5 ago 2011

Tres cosas

Ric Elias tenía un asiento en primera fila en el vuelo 1549, el avión que hizo un aterrizaje forzoso en el río Hudson en Nueva York en enero de 2009. ¿Qué pasó por su mente mientras el siniestrado avión caía? En TED, nos cuenta por primera vez en público su historia.


“Imaginen una gran explosión cuando estás a 900 metros de altura. Imaginen un avión lleno de humo. Imaginen un motor haciendo clac, clac, clac, clac. Suena aterrador. Bien, yo tenía un asiento único ese día. Estaba sentado en el 1D. Era el único que podía hablar con los asistentes de vuelo. Así que de inmediato los miré y dijeron: ‘no hay problema, probablemente golpeamos algunas aves’. El piloto ya había virado el avión y no estábamos tan lejos. Se podía ver Manhattan. Dos minutos después, tres cosas sucedieron al mismo tiempo. El piloto alineó el avión con el río Hudson. Generalmente esa no es la ruta. Apagó los motores. Imaginen estar en un avión y sin ruidos. Luego dijo tres palabras, las tres palabras más desapasionadas que haya escuchado: ‘prepararse para el impacto’. No tuve que hablar más con el asistente de vuelo. Pude verlo en sus ojos, era terror. La vida se terminaba.

Quiero compartir con ustedes tres cosas que aprendí sobre mí mismo ese día. Aprendí que todo cambia en un instante. Tenemos esa lista de cosas para hacer antes de morir, estas cosas que queremos hacer en vida, y pensé en toda la gente a la que quería llegar y no lo hice, todas las cercas que quería reparar, todas las experiencias que he querido tener y nunca tuve. Mientras pensaba en eso más adelante me vino una frase: “colecciono vinos malos”. Porque si el vino está listo y la persona está ahí, lo voy a abrir. Yo no quiero aplazar nada en la vida. Y esa urgencia, ese propósito, realmente ha cambiado mi vida.

Lo segundo que aprendí ese día, y esto es mientras evitábamos el puente George Washington, que no fue por mucho, pensé sobre,wow…realmente siento un gran pesar. He vivido una buena vida. En mi humanidad y con mis errores, he tratado de mejorar en todo lo que hice. Pero en mi humanidad, también di lugar a mi ego. Y lamento el tiempo que desperdicié en cosas que no importaban con gente que sí importaba. Y pensé en mi relación con mi esposa, con mis amigos, con la gente. Y después, como medité eso, decidí eliminar la energía negativa de mi vida. No es perfecta, pero es mucho mejor. En dos años no he tenido una pelea con mi esposa. Se siente de maravillas. Ya no trato de tener razón; elijo ser feliz.

Lo tercero que aprendí y esto es como que tu reloj mental va descontando 15, 14, 13…ves el agua aproximarse. Estoy diciendo “por favor, vuela”. No quiero que esto se rompa en veinte piezas como se ve en esos documentales. Y mientras bajábamos tuve la sensación de, wow, morir no da miedo. Es casi como que hemos estado preparándonos para ello toda nuestra vida. Pero fue muy triste. No me quería ir; amo mi vida. Y esa tristeza se enmarcó en un único pensamiento que es, sólo deseo una cosa: ojalá pudiera ver a mis hijos crecer.

Un mes más tarde, estaba en una actuación de mi hija de primer grado, no mucho talento artístico todavía. Y grito, lloro como un pequeño. Y para mí, esa era toda la razón de ser del mundo. En ese punto comprendí, al conectar esos dos puntos, que lo único que me importa en mi vida es ser un gran padre. Por sobre todo, la única meta que tengo en la vida es ser un buen padre. Se me concedió el milagro de no morir ese día. Y se me concedió otro regalo, que fue la posibilidad de mirar el futuro y volver, y vivir de otra forma. A ustedes que están volando hoy, los desafío a que imaginen que lo mismo les pasa en su avión (pero por favor que no sea así) pero imaginen, ¿cómo cambiarían? ¿Qué es lo que harían, que aún esperan hacer porque piensan que van a vivir por siempre? ¿Cómo cambiarían sus relaciones y la energía negativa en ellas? Y lo más importante, ¿están siendo los mejores padres que pueden? Gracias"


http://www.ted.com/talks/lang/spa/ric_elias.html

1 comentario:

Tomas dijo...

Guau, muy buen texto, no lo conocia, inspirador y apasionante, pero verdadero, se aprecia.