13 mar 2011

Poco rentable

Dicen que todo lo que das en algún momento vuelve.

Yo una vez afirmé que aprendí a no esperar. Y en el momento en que algo se decida a volver, o el tiempo se acabe y simplemente no suceda, yo voy a estar acá. En el mismo lugar. Partícipe de un momento en el que no espero.

Es inevitable pensarlo como una situación económica. Ya no me sirve estar alerta a la rentabilidad de las tasas de interés. Yo prefiero seguir ahorrando, por más inflación que haya. Ahorré por años, invertí sólo una vez. Y perdí.

No esperar implica una reducción de la impaciencia, pero no una eliminación total. La impaciencia se torna un tanto devastadora en algunas situaciones. El optimismo es un buen sostén, pero como siempre pensé, el optimismo y el pesimismo son enfoques paralelos a situaciones transcurridas en tiempo real. Ambos modifican la situación, pero sólo en la mente, y la mente domina nuestros actos.

El momento actual y la impaciencia tienen una relación inversa. Cuanto mejor sea el día de hoy, menos impaciencia habrá y viceversa. Particularmente, cuando atravieso un momento poco agradable, sólo pienso en el mañana. Si el mañana va a ser mejor, entonces quiero vivirlo ahora. Yo sé que es contradictorio; creer en un mañana es una forma de esperar, pero no es un hecho conciso. Es algo que pasa con total naturalidad, dado que las horas transcurren y los días concluyen.

Si la idea no se entendió, a despojar la impaciencia: ahí viene el punto final.

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