12 nov 2010

¿?

Sé que las palabras tan pronunciadas ‘todo tiempo pasado fue mejor’ no son generales. Sé que muchas veces se equivocan. Sólo marginando algunos aspectos logramos hacerlas ciertas. Los que ahora están en mi mente. Los que no puedo borrar.

Antes todo tenía más sentido. Me resultaba insoportable esperar, pero lo hacía porque tenía la convicción de que valía la pena. ¿Qué esperaba? Al tiempo.

Antes la esperanza tenía razón de ser. El misterio me confundía. Sobredosis de preguntas. Respuestas desordenadas.

Estar triste tenía sentido. Sonreír tenía sentido.

A veces uno atraviesa esos días en los que no sabe ni dónde está parado. Está menos seguro del mañana que cualquiera, y hasta incluso duda del ayer. Se cree incapaz de resolver un problema, a causa de no saber por dónde empezar. No saber qué va a existir cuando ya no haya nada. Quién va a acompañarlo cuando no haya nadie. Cómo podrá anestesiarse antes de cada mentira, cómo podrá salvarse de la decepción. No sé si llamarlos malos días, sino de reflexión. Es útil replantearse las cosas. Es importante estar seguro de qué quiere uno para sí mismo y de quién quiere tener a su lado. Es difícil e insoportable cuando lo que se siente en realidad difiere con esto, ya que no puede cambiarse por propia voluntad. Esas diferencias hacen a todo. A los colapsos y desbordes, a los enojos, a la resignación. Si no lográs entender por qué estas cosas difieren, te frustrás, y si lo entendés y llegás a la reciente conclusión de que no puede cambiarse, sentís impotencia o una probable pero errónea sensación de fracaso.

No puedo decir que el tiempo cura todo. El tiempo sólo tiene una función: ser tiempo. Las horas siempre van a tener sesenta minutos y los días siempre van a tener veinticuatro horas. Sólo cambiamos nosotros, las personas. Porque somos libres, porque divergimos, porque no existe manual alguno que nos indique cómo ser.

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