29 oct 2010

.

Antes de tomar una decisión, por más irrelevante que fuese, ¿te preguntaste por qué estabas decidido a tomarla? ¿O qué te llevaba a estar seguro de hacerlo? Es en ese momento donde comprobamos el volumen de inseguridad que hay detrás. Y eso es lo que provoca el exceso de seguridad. Siempre dije que los excesos no son buenos, y en este caso también es aplicable. Cuando tomamos decisiones rutinarias no hace falta mucha de esta consideración, simplemente actuamos porque conocemos las consecuencias. O sabemos que las mismas deben darse dentro de cierto parámetro. En cambio, cuando las decisiones son eventuales, las reglas del juego son otras. Hay una mayor presión y una seguridad jugando a las escondidas. Es bueno que estas decisiones existan, considerando que ello implica la asunción de riesgos. Es fácil y hasta cómodo ver cómo transcurre la vida sin riesgos que tomar. Pero es aburrido, conservador y contraproducente si en algún momento de nuestra vida tenemos la brillante idea de crecer.

No hay comentarios: