3 dic 2007

guerra


Si pudieran entender, si pudieran ponerse en mi lugar por un sólo segundo y sentir lo que se siente ser una débil montaña entre dos grandes vientos, un boomerang que está cansado, un árbitro alborotado, un resorte desarmado. No tengo la suficiente fuerza ni las suficientes armas para combatir las broncas, los odios y los rencores. Porque es una guerra, que ya empezaron y no quieren perder. Que yo vivo y quiero terminar. Es un gran error tomar postura neutral, pero también lo es el tratar de solucionar lo que parece nunca acabar. Me absorbe, nos absorbe. Se convierte en un gran ‘todo’ y no mira hacia atrás, porque ya no importa el pasado, no importa la sangre, no importan los caminos, aquel ingrato poder de lucha es más fuerte. Nos carcome la ira, nos pudrimos por dentro y olvidamos que todos, absolutamente todos sentimos y sufrimos, porque nos sentimos únicos, nos sentimos invencibles y estamos orgullosos! orgullosos de algo que no sabemos bien qué es, orgullosos de una forma tan vulgar, orgullosos. Se invaden territorios, los combates aumentan y la resistencia es cada vez más fuerte, fuerte porque ya no hay sentimientos, no hay compasión, no hay piedad. La paz ya no es una alternativa y es inútil buscar aliados y construir banderas, porque absolutamente nada va a impulsarnos hacia la victoria. No es cuestión de cuerpo sino de alma, no es cuestión de tiempo sino de actitud.
(Tanta gente creó sus propios diarios de guerra, yo agradezco que existan las metáforas.)

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