Ya no puedo. No puedo armarme de valor y fabricar ese caparazón que me proteja, que haga que las burlas y los malos juicios de los demás me reboten. Todo me afecta, quizás el doble de lo que debería, y no encuentro manera de evitarlo. Soy tan débil; no es anemia, no es cansancio, es la situación a la que me enfrento, es mi realidad. Y sé, sé que puedo cambiarla si quiero, pero también sé que no es fácil. Y una vez alcanzada la debilidad por completo ya nada es fácil. Quizás lo logre, si empiezo construyendo ese caparazón con la suma de mis valores, de mis virtudes, de mis buenos actos…con el apoyo de cada una de las cosas y personas que me hacen sentir a flote. Pero eso tampoco es fácil. ¿Encontrar mis propias virtudes luego de permitir que los demás me hagan sentir que éstas no existen? ¿Y por qué pasa esto justamente? Por ser débil! En conclusión, los caminos de los problemas y de las propuestas para solucionar éstos problemas llevan al mismo lugar, entonces…¿qué debo hacer? Simple (decirlo, claro): desviar el camino. ¿Cómo lograrlo? El tiempo hablará por sí mismo, y de mis errores obtendré respuestas.
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