Si te digo que a estas alturas, en todo momento, apenas puedo sonreír te estoy siendo completamente honesta. Aaa soy hiriente cuando quiero, de todas formas, soy hiriente conmigo misma por ende…¿a quién le importa? Las cualidades y principalmente, valores, que encontraba en otras personas se fueron redujendo. ¿Soy yo que empiezo a ver peor las cosas o es la gente que cambia? Es la primera opción, y la segunda también. Si yo empiezo a calificar a una persona (algo que hacemos todos en todo momento, quizás inconscientemente) y pasado el tiempo vuelvo a calificarla y en ese ‘resultado calificativo’ encuentro ciertas diferencias es porque esa persona cambió, pero yo también lo hice. Y puede ser por varios motivos: quizás cuando volví a prestar atención a sus actitudes lo hice desde otro punto de vista o quizás en ese transcurso de tiempo aprendí a notar en las personas cosas que antes no notaba, y lograron sorprenderme, ya sea para bien o para mal. Obviamente, nadie es dueño de la verdad, y lo que yo piense y/o diga acerca de los valores de una persona nunca será palabra santa.
Entre otros de los tantos motivos que me llevan a la pérdida de la ‘anhelada’ sonrisa, están los tratos. Los tratos entre la gente, la sociedad, los compañeros, los amigos, la familia, el mundo. ¿Quién tiene ganas de levantarse, prender el televisor para ver la temperatura según nos diga Confesore, y encontrarse con cientocincuenta guerras entre cuatrocientos ochenta y cinco países diferentes? Es horroroso, es triste. Y está la gente del mucho ‘blabla’ de vamo lapaz pero terminan teniendo una batalla campal en sus hogares. Así no se empieza. Si se quiere cambiar el mundo, ¡hay que empezar por uno mismo! No destruyas en vos mismo lo que estás tratando de construír en otras personas. Cuesta, se sabe que cuesta, y si no lo sabías o si lo sabías y te lo olvidaste, te lo recuerdo: CUESTA! Y cuesta muchísimo, justamente pensá en lo mucho que cuesta lograrlo, poné un esfuerzo aún mayor, perseverá y el triunfo (pequeño, grande, ¿qué importa?) va a estar ahí, junto a vos y a todo lo que lograste. En cuanto a los tratos entre amigos, si verdaderamente sos amigo y tenés amigos (sea uno o cincuenta, la cantidad no importa; sí la calidad) sabés que lo que un amigo siempre espera de vos, es que justamente seas vos. Que lo escuches, que te preocupes por él, que simplemente estés. Esto no es nada, comparando con la mucha felicidad que un amigo trae a tu vida. La familia (y acá es donde siento que quiero hacer clic en la cruz de Microsoft Word y eliminar todo lo que acabé de escribir), la familia es lo más lindo, sin lugar a duda. Es el sostén que tenemos, desde que nacemos. La partida de alguien de nuestra familia significa el rompimiento de gran parte de sus integrantes. ¿y qué hacer ante esos momentos tristes? Estar juntos. Cuán complicado puede ser estar juntos a veces (ahora sí, voy a apretar esa cruz!) pero, según dicen, el amor es más fuerte.
Entre otros de los tantos motivos que me llevan a la pérdida de la ‘anhelada’ sonrisa, están los tratos. Los tratos entre la gente, la sociedad, los compañeros, los amigos, la familia, el mundo. ¿Quién tiene ganas de levantarse, prender el televisor para ver la temperatura según nos diga Confesore, y encontrarse con cientocincuenta guerras entre cuatrocientos ochenta y cinco países diferentes? Es horroroso, es triste. Y está la gente del mucho ‘blabla’ de vamo lapaz pero terminan teniendo una batalla campal en sus hogares. Así no se empieza. Si se quiere cambiar el mundo, ¡hay que empezar por uno mismo! No destruyas en vos mismo lo que estás tratando de construír en otras personas. Cuesta, se sabe que cuesta, y si no lo sabías o si lo sabías y te lo olvidaste, te lo recuerdo: CUESTA! Y cuesta muchísimo, justamente pensá en lo mucho que cuesta lograrlo, poné un esfuerzo aún mayor, perseverá y el triunfo (pequeño, grande, ¿qué importa?) va a estar ahí, junto a vos y a todo lo que lograste. En cuanto a los tratos entre amigos, si verdaderamente sos amigo y tenés amigos (sea uno o cincuenta, la cantidad no importa; sí la calidad) sabés que lo que un amigo siempre espera de vos, es que justamente seas vos. Que lo escuches, que te preocupes por él, que simplemente estés. Esto no es nada, comparando con la mucha felicidad que un amigo trae a tu vida. La familia (y acá es donde siento que quiero hacer clic en la cruz de Microsoft Word y eliminar todo lo que acabé de escribir), la familia es lo más lindo, sin lugar a duda. Es el sostén que tenemos, desde que nacemos. La partida de alguien de nuestra familia significa el rompimiento de gran parte de sus integrantes. ¿y qué hacer ante esos momentos tristes? Estar juntos. Cuán complicado puede ser estar juntos a veces (ahora sí, voy a apretar esa cruz!) pero, según dicen, el amor es más fuerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario