Ahora, un poco (demasiado) tarde, me doy cuenta de que siempre que escribo me baso en mi estado de ánimo o en experiencias y no lo veo tan bueno a veces porque hay tantas cosas que prefiero guardármelas pero las digo, quizás en metáforas, en ejemplos, en comparaciones, pero las digo. Bueno, sí, existe la libre expresión, y en eso estamos de acuerdo todos. Pero hay veces que ‘el qué dirán’ influye tanto en las cosas que hacemos y decimos o incluso en las decisiones que tomamos. Y no, definitivamente como dije en otro párrafo de otro texto de por ahí NO me importa el ‘qué dirán’. No quiero, ni puedo convivir con diez mil maneras y puntos de vistas de ver las cosas que debo o tengo que hacer. Es agotador vivir la falsedad de tan cerca, escuchar a gente hablar, pero no hacer. No quiero protestar tanto, así que concluuyo.
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