Entendí que había algo peor que la soledad infinita: el rechazo constante. Y ahora sé que prefiero sentir y estar sola, reír y estar sola, llenarme de ganas de vivir y estar sola. Antes que sentir que cada día termina en un adiós que pronunciás, y que todas las estrellas del cielo se apagan cuando me decís que no. Porque ya no me mirás. Porque sólo existo si querés un rato hablar. Y aunque mi cabeza de vueltas y vueltas intentando descifrar tus silencios, de lo único de lo que puedo estar segura es de lo que todavía siento. Porque mi amor no se termina, y sigue igual de puro, no se contamina…
El título tiene una verdadera conexión, y me gusta.
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