27 dic 2010

¿Cómo?

Las cosas cambian cuando estás dispuesto a cambiar tu cabeza. Ese el punto de partida.

Nuestros seres queridos nos aconsejan porque quieren vernos bien. A tropezones intentamos seguirlos, sin entender que primero se necesita un cambio interno. Un cambio radical. Es necesario podar la plantita para volverla a la vida, no conseguimos nada con sólo regarla sabiendo que su raíz ya se consumió.

Toda mi vida creí que podría, que el tiempo cambiaría hechos, que mi esencia me defendería. El tiempo sólo era tiempo, mi esencia ya no tenía instinto. Actuaba en base a mis elecciones. Creí que siempre podría elegir y nada se entrometería entre mi capacidad decisoria y yo. Creí en la racionalidad de mis elecciones.

El verdadero problema está cuando tu cabeza se confunde, cuando duda, se corroe, se quiebra, se desintegra. Porque los pensamientos ya no tienen colores, porque no son coincidentes con la realidad. ¿Cómo se evade un pensamiento? ¿Cómo se repele? ¿Acaso eso significa negarse? ¿Es mentirse a sí mismo? ¿Y tiene eso sentido alguno?

Pensar hoy, a futuro. Pensar de día, pensar de noche. Un rato, antes de dormir. Darse la oportunidad de disfrutar el pensamiento, de bailar con su repercusión, de escuchar su crítica, de prohibir su censura y evadir su refutación.

Cómo pensar cuando el único objetivo es cambiar la forma de hacerlo. Cómo pensar y encontrar palabras. Cómo pensar y escribir. Y sentir. Que eso coincida. Que sean la misma cosa, que se integren, se junten, complementen. ¿Cómo?



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