14 oct 2010
Menos pensado
En lo que va del año experimenté tantas emociones que me es imposible describirlas en conjunto. Me es imposible describirlas por separado. En fin: me es imposible describirlas. No se pasa de la alegría a la tristeza en un santiamén, no se vulnera el enojo así porque sí. Tengo un humor inestable, y me odio por eso. Pero, ¿qué más puedo hacer si en base a esta inestabilidad soy yo misma? No finjo ser nada frente a los demás, mis acciones respetan cada consenso efectuado con mis sentidos. Estoy escuchando “Kiss the rain” y no lloro. Sonrío. ¿Hay contradicción acaso? Siguiendo con las contradicciones, se me vino a la mente que si tuviera que pedir un deseo antes de morir, no pediría más tiempo de vida. Pediría alegría en el poquito tiempo restante. Uno siempre va a querer un mes de vacaciones a una semana, una fiesta interminable, una rehabilitación agilizada. Eso es porque medimos en dimensiones, y no en intensidades. Porque vemos lo aparente, en vez de lo esencial. Y siempre va a haber algo más allá de lo visible y lo palpable. Si me preguntaras qué hago en este momento, lo último que respondería sería que estoy escribiendo. Respiro, eso hago. Nada ni nadie puede objetar eso. Y entre menos pensado es, más esencial resulta ser…
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