a- ¿Y sabés cómo duele? ¿Podés darte una idea?
b- ¿Qué si me doy una idea? Duele como duele todo, nosotros somos quienes le asignamos la intensidad a cada dolor. El límite de tolerancia está en nosotros mismos.
a- ¿Como todo…?
b- Sí, duele como me dolió caerme de la cama hoy a la mañana. Como me dolió la operación de aquel otoño. Como al quemarme la lengua con el agua del mate. Y también, como extrañar a mis amigos que viven lejos. Como el orgullo, cuando tuve que pedir perdón. De una y mil maneras, visto en diferentes perspectivas y analizando cada momento, el sentimiento es el mismo. Si hace una visita corta, si prolonga su estadía o si se queda de forma permanente, depende de cada uno. Las puertas que atraviesa el dolor no son rígidas, simplemente son puertas con tire y empuje, que lo único que hacen es abrirse y cerrarse. Sin importar su tamaño y su forma, nunca pasa desapercibido. Es causa y consecuencia. Anterior, y también posterior. Sin sinónimos, sin adjetivos calificativos. Dolor es dolor, y de eso no caben dudas.
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