Hay heridas internas y heridas externas. Heridas grandes y pequeñas. Heridas que cicatrizan y otras que nunca dejan de sangrar. Heridas voluntarias e involuntarias. Conscientes e inconscientes. Aceptadas y negadas. Importantes e ignoradas. Heridas que parecen tener principio pero nunca final. Heridas comunes, y también extraordinarias. Heridas que dan qué hablar, y otras que no dicen nada. Heridas que pueden evitarse, pero también están las que no.
Las heridas que ilustra una rodilla posterior a un partido de fútbol son heridas de desafío, de ‘puse todo en la cancha’, de ‘la peleé sin dudarlo’. Las que nos alejan de saber pedir perdón son las famosas heridas de orgullo. El fracaso normalmente provoca la herida de la frustración. Los momentos del pasado que no volverán, la herida tan conocida como melancolía. El engaño la de la decepción y la mentira la inevitable desconfianza. Y así, casi sin pensarlo, nos enfrentamos a un millón de heridas con el correr del tiempo.
5 comentarios:
y cuál es la conclusión?
lamentablemente esto no funciona como facebook... pero sabé que el posteo me gusta =)
ah ya había comentado y volví a comentar!!!
eso pasa porque no me dejás ver lo que escribo apenas lo escribo ¬¬
Bello, muy bello, mi querida Flor =)
Jajaja más boluda soy, lo puse mal.
Era yo la anónima.
Te adoro Tapi
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