Es tan preciso volver a esto, sembrar aquel sentido de pertenencia que en algún cajón olvidamos. Adaptarse a cada persona, cada cosa, cada forma, cada lugar. Y volverlo a hacer, por gusto, necesidad, obsesión. Estar acá, allá, con aquella persona que recordamos, y la que a duras penas queremos olvidar. La vida se hizo llena de simplezas para su inherente aprovechamiento, pero también llena de complejidades, para su posterior descubrimiento. Toleramos las simplezas hasta aburrirnos, y apreciamos aquellas complejidades hasta cansarnos.
Y así como si nada, el almanaque marca veinte de agosto; qué simple parece el correr del tiempo, pero qué complejo entender su paso.
4 comentarios:
Más bien me gustaría ser una persona que aprecie las simplezas y tolere las complejidades, no al revés.
Pues muy sabias tus palabras, como he dicho somos seres incoformes, a veces necesitamos cosas simples que llenen nuestra alma pero otras veces añoramos lo complejo que reta y le da sentido a nuestra existencia. Todo pasa lo importante es aprender de cada hora e instante.
de qué te reías?
Te odio guilleeeeeeeeeee asdfgh
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